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SANARE; ayer, hoy.. Siempre

PEDAGOGÍA PARA ALCANZAR LA PLENITUD HUMANA

PEDAGOGÍA PARA ALCANZAR LA PLENITUD HUMANA

Desde que el mundo es mundo, la educación se encuentra inmersa en el continuo humano. El hombre siempre anda en la búsqueda del conocimiento.Decía nuestro Robinson:"El objeto de la instrucción es la sociabilidad y ... de la sociabilidad es hacer menos penosa la vida"

En la actualidad la educación avanza de la mano con la tecnología, es por ello que en solo fracciones de segundos mis hermanos en la China o España me dan a conocer sus inquietudes, al igual nosotros los venezolanos nos comunicamos sincrónica o asincronicamente con todos los hermanos de este bello planeta Tierra.

Los venezolanos estamos ya, cansados de cambiar el diseño curricular, o lo que es igual el programa, o el CBN o al que venga... De lo que sí estamos seguros y seguras es; el compromiso que debe existir en cada uno de los maestros y maestras que a diario dignifican el magisterio de la patria. El compromiso nace al escoger la profesión docente por vocación y no por salir del paso..Esto en lo que se refiere a la calidad educativa que todo docente debe alcanzar.

Según Antonio Péres Esclarín (1999)

Por estar muy convencido de que tanto la humanidad como la educación atraviesan una profunda crisis de orientación y de sentido, quiero comenzar mis propuestas por una pedagogía para alcanzar la plenitud humana, con un ferviente llamado al coraje y la esperanza. Sobre todo en estos tiempos en que parecemos hundidos en una crisis interminable y sentimos que tanto el país como el mundo andan desrumbados, a la deriva. En Venezuela, nos sentimos rotos, divididos, terriblemente polarizados. Donde las palabras, en vez de ser puentes que nos unen, son muros que nos separan y alejan. Palabras convertidas en rumor que sobresalta, en grito que intenta ofender y destruir. Palabras, montones de palabras muertas, sin carne, sin contenido, sin verdad. Dichas sin el menor respeto a uno mismo ni a los demás, para salir del paso, para confundir, para ganar tiempo, para acusar a otro, sin importar que sea inocente, para sacudirse de la propia responsabilidad. Palabras con enfervorizados llamados al diálogo, sin verdadera disposición a encontrarse con el otro y su verdad. Por ello, diálogos que, en el mejor de los casos, son sólo monólogos yuxtapuestos, de los que se sale más escéptico, más herido, más dividido. Por eso, y no me cansaré de repetirlo, en Venezuela necesitamos con urgencia Aprender a Escucharnos. Escuchar antes de diagnosticar, de opinar, de juzgar. Escuchar no sólo las palabras, sino el tono, los gestos, el dolor, la frustración, la ira. Escuchar para comprender y así poder dialogar. El diálogo exige respeto al otro, humildad para reconocer que uno no es el dueño de la verdad. El que cree que posee la verdad no dialoga, sino que la impone, pero una verdad impuesta por la fuerza deja de ser verdad.

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